jueves, 1 de febrero de 2007

lost highway



Patricia Arquette

LA FEMME FATALE .....RENNÈ and ALICE


Carretera perdida, una historia en la que un personaje sufre una alteración de personalidad que Lynch denominaba FUGA PSICOGÈNICA . Pues bien, la fuga psicogénica no es un invento del director, existe realmente, y está catalogada con su código propio entre las listas de enfermed y trastornos psiquiátricos documentados por el Ministerio de Sanidad y Consumo. No obstante, es más conocida con el nombre de fuga disociativa. La fuga disociativa es una fuga, es decir, quien la sufre huye de su casa y su entorno, acompañada de amnesia total o parcial de la vida pasada: el enfermo puede llegar a construirse una nueva identidad. Suele ocurrir después de un hecho traumático, como guerras o accidentes, y es un mecanismo de defensa: una huida de nuestra propia personalidad para evitar conflictos o sentimientos de culpa. Carretera perdida está contada desde el punto de vista de su personaje principal, Fred. Fred ha asesinado a su mujer, o como mínimo, siente deseos de hacerlo. Para no aceptar una realidad tan dura, se evade de su auténtica personalidad y se inventa otra, en la que es un inocente chico mucho más joven. Los espectadores compartimos el delirio de Fred y lo vemos con el rostro de otro actor, viviendo una nueva vida en otro entorno. No obstante, es difícil escapar de nuestras propias pesadillas, y la felicidad de nuestro hombre pronto se verá enturbiada de nuevo por los mismos fantasmas de los que estaba intentando escapar. Así pues, una de las posibles interpretaciones de la obra maestra de uno de los directores más crípticos de nuestro tiempo es verla como un documental clínico cuyo guión lo escribe el propio paciente. Lynch dirige un film cuyo objetivo primordial es producir sensaciones perturbadoras en el espectador a través del contraste entre la calma y la sugestión con la locura de la violencia, el sexo y el crimen más desatado, acompañado por una música estridente que logra incrustarse en los oídos. Más allá de la explicación o no de lo que en realidad acontece, a esta película no hay que valorarla por lo que cuenta, sino por cómo lo cuenta. Lynch aplica en la primera parte de la película (hasta que se produce la detención) mucha calma, mucha lentitud y mucho silencio (tan sólo roto cuando se presencia una brutal escena en la que Pullman toca el saxo frenéticamente, como insinuando que ha caído en la locura), mientras que en la segunda parte se produce el desenfreno, la caída en los infiernos de la locura más extrema y los extraños sonidos cacofónicos. Desde luego, la música (obra del extraordinario Angelo Badalamenti) y la imagen forman un perfecto conjunto capaz de dejar perplejo a cualquiera. Aquí no se respetan los conceptos de tiempo y espacio. Y es que Lynch confunde constantemente la realidad con el sueño o, si se quiere, con la imaginación de la mente. El problema es que el director no ofrece ningún método para que el espectador pueda diferenciar lo que corresponde al sueño de lo que corresponde a la realidad.

¿Qué ocurriría con este filme si cuando empieza a perder fuerza no sorprendiera con la metamorfosis de un personaje en otro en el reducido espacio de una celda completamente cerrada? ¿Qué sería de este filme sin la banda sonora? No me refiero sólo a las músicas sino sobre todo a los ruidos, efectos, ese sonido "sucio" que en ciertos momentos transmite la impresión de estar metidos en un túnel, y crea un ambiente sonoro inquietante. ¿Que sería del filme sin su luz o ausencia de luz? El oscuro pasillo de la casa de los protagonistas que parece como introducirse en las puertas del infierno. Y los diálogos, más importantes por lo que no dicen o como son pronunciados que por su contenido en si mismos. No es la inteligibilidad la esencia de este largometraje, en los aspectos oscuros está su interés, quien quiera entenderlo todo perfectamente mejor que se abstenga de verlo.

...filmografìa David Lynch.





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